Mi proceso de creación

Crecer en Santo Domingo significa estar en un constante ir y venir con contradictorios elementos que algunas veces conviven en armonía; y otras, en un caluroso e inexplicable caos.

Desde muy temprana edad, gracias a diversas dinámicas familiares, fui incentivado a trabajar con las manos y, por ende, a desarrollar mi curiosidad. Por eso, siempre he tenido una imaginación muy vívida y la capacidad de apreciar las imágenes y experiencias de mi entorno —desde una peculiar sensibilidad—, más allá de lo que suponen las formas, los comportamientos y sus características verdaderas.

Estas experiencias de vida, que son las que ahora me sirven de base para crear, se pueden resumir en tres ejes: la esencia del imaginario antillano, los procesos de manufactura artesanal e industrial, y la estética y funcionalidad de la arquitectura caribeña. A través de estos elementos, puedo lograr mi propósito: crear espacios, objetos y experiencias que reflejen el entorno caribeño desde una perspectiva contemporánea-artesanal.

La intención principal de quien suscribe no solo es que todas las creaciones se sientan como si su destino siempre hubiera sido formar parte de los espacios del usuario, sino que también le inspiren a vivir en armonía, de manera descontraída y simple y, sobre todo, que le aporten bienestar.  

“El diseño es sentimiento y utilidad, los cuales son esenciales para toda creación”.